Para los amantes del café, una taza es más que solo una bebida. Tomarlo es disfrutar de un ritual que integra sabores, sensaciones y momentos. Así lo sienten Jessica Abadi y Federico Cherñavsky, quienes durante la pandemia comenzaron a tostar sus propios granos de café por gusto y terminaron fundando un emprendimiento desde el cual hoy venden al público y abastecen a hoteles y restaurantes
Calafate Coffee Roasters es un emprendimiento que teje un vínculo entre el trópico y la Patagonia, actualmente cuentan con siete variedades distintas de café y de diferentes orígenes: Brasil, Colombia, Nicaragua, Guatemala y Bolivia. La curiosidad y el placer los motivó a investigar y se metieron de lleno en el café de especialidad, una tendencia que busca resaltar los atributos del café a través de un consumo responsable.
Para conseguir los granos verdes trabajan con importadores y luego realizan aquí el tostado, en donde el grano atraviesa diferentes procesos físicos y químicos que resultan en el café tostado listo para consumir. Durante el tueste, que lleva de 9 a 12 minutos, el grano se deshidrata, libera su humedad, pierde peso, atraviesa la reacción de Maillard y va modificando el color. Por sobre todo, va convirtiéndose en un contenedor de aromas y sabores increíbles.
“Me gusta disfrutar el momento del café a la mañana o en cualquier momento. Acompañarlo mientras leo un libro o ir a una cafetería y mirar a la gente pasar. Eso me encanta”, cuenta Jessica. Pronto los creadores de Calafate Coffee Roasters abrirán su propia cafetería donde recibirán a los viajeros del mundo, que como ellos, no pueden vivir sin una acogedora taza de café. En la Patagonia, hay veces, que los sueños se cumplen.
